Suena real, cercana, sin pretensiones, y se apoya únicamente en lo esencial: guitarra, bajo, batería y una voz que no necesita disfrazarse para conmover.
Hay algo en esta canción que evoca de inmediato una escena íntima, de esas que podríamos encontrar en una película de los 90.
Esta canción se siente como un mapa, revelando las influencias de lugares que su autor ha habitado. Hablamos principalmente de Argentina, Brasil y Francia; cada país deja su huella en una producción delicada, donde el jazz se funde con toques de bossa nova, todo cantado con la elegancia del idioma francés y un toque juguetón. El resultado es sencillamente exquisito.
Una instrumental que abraza la cultura escocesa, desplazándonos a Drumadoon: "Un lugar mágico al que uno debe volver, salvaje pero acogedor, con vistas, vida silvestre, aromas y sonidos que invitan a amar y apreciar" mediante instrumentos tradicionales, así como sonidos más modernos de sintetizadores que contribuyen a pintar este paisaje digno de cuento de hadas.
Escrito por Elisa S.